jueves, 8 de diciembre de 2022

Verano 2022

Verano 2022

El cambio de tiempo ya azota nuestro mundo, comparado con los muchos veranos anteriores que hemos vivido, el calor se ha empezado a notar con fuerza desde finales de mayo.

En la casa de Buitrago se abrió la piscina por primera vez en esta fecha tan prematura, Marisol y yo estamos aquí desde entonces. En Madrid está siendo el calor sofocante, el calentamiento de nuestro planeta  lo tenemos claro, es cada vez más notorio. 

Es una suerte poder disfrutar de esta casa con un frondoso jardín de árboles y plantas olorosas, el baño en la piscina y el frescor que la caída de la noche nos hace poder hacer unas tertulias agradables, aunque la vida para nuestra familia nunca será igual. El año pasado ya nos faltaba Juan, que en plena juventud un cáncer de pulmón se lo llevó en ocho meses, dejando un hueco difícil de llenar en nuestra pequeña familia, sobre  todo  en la  vida de su mujer e hija.

El 20 de abril con 90 años y muy agotado por varias enfermedades nos dejó Raimundo, mi querido esposo, compañero de toda mi vida.

Me costó gran trabajo llegar aquí sin él, adoraba este lugar, era feliz en este recinto, donde tantas cosas hacía para conservarlo bonito y acogedor. Sin duda alguna es donde se sentía mas tranquilo disfrutando de la naturaleza y rodeado de su familia que es lo que más quería en el mundo. Tengo que hacerme a la idea de que ya descansa en paz, ha estado bien cuidado y rodeado de mucho cariño.

Yo sabía que le quería mucho, pero no esperaba que su pérdida me causara tanto dolor. Siento dentro de mi una tristeza infinita, las lagrimas brotan de mis ojos porque todo lo que me rodea trae su recuerdo a mi memoria y me acongoja el tener la certeza de que nunca más le volveré a ver. Los  dos últimos años de su vida fueron muy duros y me ponía nerviosa muchas veces cuando decía que tenia ganas de morirse, cuanto daría ahora por seguir oyéndoselo teniéndole a mi lado.

No quisiera caer en una depresión, mis hijas y nieta están pendientes de mi, haré lo posible por volver a recuperar mi alegría, rezo para que Dios me ayude a salir de esta melancolía y que este verano sea parecido a los ya vividos donde la risas nunca nos faltaban. 

Familia y amigos me mandan cariñosos mensajes de ánimo, el teléfono también me distrae y reconforta con sus llamadas, gracias a todos por vuestro cariño, espero que con el correr de los días pueda volver a ser quien era. Estoy segura de que si él me puede   ver se asombraría de mi decaimiento y no le gustaría que perdiera mi sonrisa, ya que siempre la más optimista era yo.

El mes de junio pasó, animado por los cánticos de cientos de pajaritos que en los árboles anidaban, debían de estar tan felices y amorosos procreando que hasta de noche cantaban.


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